Decidí hacer algo diferente y practicar lo aprendido.
Entre el bullicio del centro de la ciudad, tranquilamente busqué una banca para sentarme cómodamente...
Enfoque la atención en la sensación de estar sentado, en la respiración y en el sabor de la torta, fluyendo simplemente.
Sintonice los sentidos con el entorno que me rodeaba, prestando atención a los sonidos, olores y sensaciones físicas. Respire profundamente y permiti que la mente descansara en ese momento presente.
Fue una nueva sensación y una forma de enfocar mis pensamientos para poder baja el volumen del parloteo interno mental sin sentido que solo estresa.
La meditación puede adaptarse a diferentes situaciones, incluyendo la vida cotidiana en la ciudad. Inténtalo y vive la experiencia.
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